Hace algunas semanas Maripau subió una nota desde Estados Unidos contando un poco cómo los norteamericanos se preocupan, día a día, por separar los residuos según los materiales de origen. Lejos de ser algo atípico y extravagante, grandes y chicos se acostumbraron desde hace tiempo a esta práctica que no demanda ni tiempo ni fuerza extra. Pensémoslo así… ¿si nosotros mismos no cuidamos nuestra ciudad, quién lo va a hacer?
Tampoco quiero ser apocalíptica ni bajonera, porque les cuento que miles de personas en nuestro país se preocupan por el medio ambiente, se ponen las pilas y aportan su granito de arena. Gente que prefiere guardarse el papelito en el bolsillo o la botella de plástico en el bolso para tirarlo cuando encuentre un tacho de basura o cuando llegue a su casa.
He aquí, Almachen. Un lugar que reúne a personas con muchísima imaginación que ven en los residuos materiales funcionales para la creación de distintos elementos. Se trata de buscar alternativas a lo visto y conocido por todos. Yo me saco el sombrero realmente. Hacer una cartera con retazos de tela, un delantal de cocina con plástico y papel, collares con vidrio o zapatillas de bebé con pedacitos de cuero, no es moco de pavo.

Cooperativas de trabajo son las responsables de llevar adelante esta tarea que garantiza una producción sustentable y responsable. Ojo, la idea no es convertir en “algo” cualquier residuo, sino que hablamos de cosas lindas, diseñadas con estilo y destinadas a un uso directo. Basta ver las fotos.

Lejos de ser un proyecto exclusivo, Almachen invita a participar de este desafío creativo a todos aquellos con ideas locas que tengan ganas de divertirse, ayudar al cuidado del ecosistema y, por qué no, empezar un nuevo negocio.

Visitá la página y curioseá un rato: almachen3.blogspot.com
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